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miércoles, 9 de junio de 2010

Aprender a Hacer lo que te conviene

Autosabotaje

Decimos que tenemos mala suerte. O que es difícil lograr determinadas metas. Pero lo que a veces nos cuesta ver es que somos nosotros mismos los que estamos saboteando nuestro éxito. Las razones pueden ser muy diversas: sentimiento de no merecimiento, falta de permiso para el éxito, mandatos sobre el esfuerzo pero no sobre los logros, sentimientos de culpa que hacen del autosabotaje una forma de castigo… pero al final todas confluyen en el mismo punto: baja autoestima. Por supuesto, son conductas inconscientes.

Louis Binstock, menciona “10 causas frecuentes de fracaso”, que son 10 pistas para identificar conductas de autosabotaje:

1- Culpar a los demás: Echar directamente la culpa a otros de lo que nos pasa es la segunda puerta del victimismo. La práctica de acusar a los demás explica no solo la mitad de nuestros fracasos, sino también nuestro fracaso a la hora de aprender de nuestros errores. Cuando culpamos a los otros cedemos nuestro poder y nos quedamos atascados. Nada puede cambiar hasta que el “culpable de nuestra desgracia” no haga nada por cambiarlo. No reconocemos el fracaso como algo nuestro y, por consiguiente, ni aprenderemos ni le daremos solución.

2- Tendencia a culparnos de todo: ¿Se preguntaba antes cual sería la primera puerta del victimismo? Pues es esta. Seguramente no haya una emoción más inútil y paralizante que la culpa (bueno, la vergüenza también tiene lo suyo). Como dice Dyer, “por muy fuerte que sea el sentimiento de culpa, jamás soluciona nada”. La autocompasión destruye a más personas que cualquier otra cosa, y culparse a uno mismo es una de las principales causas de autocompasión. Puedes culparte todo lo que quieras, sufrir hasta enfermar, que la culpa solo le traerá más sufrimiento.

3- No tener metas: “Es tan cómodo dejarse llevar… algunas personas pasan por la escuela (el instituto o la universidad) como si le hicieran un favor a sus familias. En el trabajo, siguen el mismo patrón parece que hacen un favor a otros y sólo les preocupa cobrar a fin de mes. No tienen una meta”. No tener una meta es bastante pobre, tal vez la pobreza empieza por ahí, por no saber a donde dirigir la propia energía. Pero conformarse con una meta de pacotilla, es tal vez más triste. Esas metas nebulosas en forma de “oportunidad que llegará en algún momento”. Esperar que surja algo, mientras se van perdiendo oportunidades.

4- Escoger las metas equivocadas: Hay hombres y mujeres que consiguen éxitos muy sonados, pero que en la intimidad de los divanes confiesan tener una terrible sensación de fracaso. Después de lograr resultados, después de tanto esfuerzo, descubren (seguramente lo sabían desde el principio), que eso que han conseguido no les dice nada, que les deja vacios. Cuando seguimos las metas de “los otros”, el éxito siempre tiene sabor de fracaso.

5- Buscar un atajo: Es natural seguir la ley del mínimo esfuerzo. Y buscar el camino más corto parece una opción inteligente, sin embargo, ¡cuidado con los atajos! Muchas veces son el mejor camino para llegar a ningún sitio. El trabajo duro no suele ser placentero (aunque dependerá de la actitud y de la meta), pero felicidad y esfuerzo guardan una curiosa relación. Lo que no se ha “ganado” deja un poso de insatisfacción. Es frecuente que el atajo sea la causa de un éxito efímero e insípido.

6- Tomar el camino más largo: Hemos visto que no hay que “hacerse el listo”, pero tampoco hay que ser tonto. Buscar el camino más largo es ponerse obstáculos, hacer difícil lo fácil, postergar la acción y perder oportunidades. Hay personas que les gusta complicar las cosas o que no se ponen en marcha hasta que las cosas se convierten en crisis.

7- Descuidar las cosas pequeñas: ¡Cuantos sabotajes hay detrás de esa falta de “detalle pequeño”! Llegar tarde a una cita, no ir vestido de la forma adecuada, descuidar la presentación de un informe, no saludar a determinada persona… No son los aspectos claves, no son lo importante del asunto, pero descuidándolos estamos mostrando falta de interés, cuidado y calidad por lo que hacemos. Estamos diciendo algo así como “no me importa mucho en realidad”. Hay personas (y empresas) que se sabotean por olvidar los pequeños detalles.

8- Abandonar demasiado pronto: Elihu Root dijo en una ocasión: “los hombres no fallan, dejan de intentarlo. Hace falta inteligencia y perseverancia para saber que la medida del éxito no es la suerte, ni las oportunidades que te da el juego, sino la conquista del fracaso”.

9- La carga del pasado: Los recuerdos pueden infundirnos coraje, confianza y fuerza; o pueden mantenernos paralizados en una nube de inercia y derrota. La tentación de navegar por el pasado, puede ser el cerrojo que nos impide entrar en el presente y abordar el futuro. Nuestro impulso ha de ser siempre hacia adelante. La vida es desarrollo, y si dejamos de crecer por miedo a lo nuevo, estamos negando la vida.

10- No sentirse merecedor: Son muchas las personas que tienen el mandato de que el éxito no es para ellos. Luchan por conseguirlo, se esfuerzan, lo intentan, pero al final no lo logran. Tienen en su inconsciente la semilla del fracaso, la orden “eso no es para ti… tú no vales… tú no puedes”, alguien la puso allí en la infancia y les ha impedido llegar a cosechar el verdadero éxito. Al final, cuando están a punto de lograrlo, algo se tuerce, otro llega antes y se lleva los resultados de un esfuerzo de años.

El “pueden porque creen que pueden” de Marco Aurelio, dibuja la frontera entre los que apuestan por ellos mismos hasta el final. O entre los que sólo lo intentan, con todo el esfuerzo, es verdad, pero sin ningúnn resultado. Intentar no es conseguir. Dyer dice a sus pacientes: “hágalo o no lo haga, pero por favor no lo intente”

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