La búsqueda
de la felicidad debiera de ser una constante vital.
En la
vida hay 2 constantes:
La
necesidad de sobrevivir
Y la búsqueda
de la felicidad
Yo hace
tiempo me he planteado que he de centrar mi vida en la búsqueda de la felicidad.
Y que
esta se encuentra más en ser que en tener.
La
felicidad es un bien interior ligado a la serenidad a la respiración
consciente. A una vida plena llena de cosas de valor. Que la felicidad tiene un
componente espiritual y transcendente de saber responder a preguntas de para
que estamos aquí y que nos ayuden a colmar la vida de sentido.
Son
pocas las personas que tratan de dar un sentido a la vida.
Como he
comentado en mi libro las 30 claves de la felicidad. Hay muchas personas que se
quedan en el primer nivel.
La
necesidad o la búsqueda de la sobre llevanza o sobrevivencia.
Y que
no avanzan al segundo nivel que es la búsqueda de un estado de bienestar
sostenible o una vida plena y serena y lograda o llena de éxito.
Cada persona
debemos hacer nuestra propia búsqueda.
Cada
persona debemos de adquirir nuestro propio compromiso de felicidad.
Ya que
la respuesta de felicidad sostenible será para cada persona un reto distinto y
personal.
La búsqueda de la felicidad es una
constante vital. Sócrates y Platón la perseguían a través del logos contemplativo, Epicuro y
los estoicos creían que la limitación del deseo era la clave, Schopenhauer
recomendaba entregarse a la pasión por el arte y Marx o Weber hacían hincapié
en el trabajo como dovela de la felicidad.
En las últimas décadas, el universo académico, desde la economía a la neurociencia, ha dedicado numerosos recursos a la investigación del bienestar psicológico. Lo que antes era uno de los temas centrales de la ética y la psicología es hoy un cruce de intereses multidisciplinares capaz de poner en circulación la relevante revista científica Journal of Happiness Studies y de montar el World Database of Happiness.
Profesor y terapeuta, Alberto Zuazua ha vertido en estas páginas su doble interés por la felicidad. Por un lado presenta un mapa de la felicidad y, por otro, indica el difícil camino hacia una “felicidad sostenible” en un momento en el que los trastornos mentales están aumentando. Al referirse a España, señala que el 21,3% de la población (15,6% de los varones y 26,8% de las mujeres) tiene propensión a sufrir problemas psicológicos tales como ansiedad, depresión, desórdenes causados por el alcohol y trastornos bipolares. Para Zuazua, el otro lado de la felicidad es la causa de la cuarta parte de las bajas laborales permanentes y de las muertes prematuras. Según la Organización Mundial de la Salud, en veinte años la depresión será la enfermedad más frecuente.
Esta situación colectiva de infelicidad se manifiesta en el aumento del consumo de analgésicos (codeína), ansiolíticos o tranquilizantes (benzodiacepinas) y estimulantes. Sin embargo, las encuestas coinciden en señalar que cuando se le pregunta a la gente su grado de felicidad la respuesta da un índice muy alto. Según las grandes encuestas mundiales sobre felicidad, el país ganador es Dinamarca seguido de Suiza, Austria y Islandia. En la cola se sitúan Armenia, Ucrania, Moldavia, Zimbaue y Tanzania. España está justo por encima de Portugal y de Italia. Una encuesta del Eurobarómetro apunta que españoles y holandeses obtienen la cuota más alta de bienestar psicológico en el conjunto de países de la Unión Europea. En dicho estudio, el 84% de los españoles se consideraba muy o bastante satisfecho con su vida, cuatro puntos por encima del resto de los europeos. Medida la felicidad en relación con el empleo, sacerdotes, bomberos, fisioterapeutas y escritores encabezan una lista que cierran directores de marketing y de tecnología de la información.
Tras mover al lector por las complejidades de la felicidad, Zuazua cierra con la presentación de la “psicología positiva” como la nueva “ciencia de la felicidad”. Puntea los factores que construyen la felicidad sostenible, entre los que destaca las relaciones personales como vía hacia la autorrealización, un camino problemático pero no imposible.
En las últimas décadas, el universo académico, desde la economía a la neurociencia, ha dedicado numerosos recursos a la investigación del bienestar psicológico. Lo que antes era uno de los temas centrales de la ética y la psicología es hoy un cruce de intereses multidisciplinares capaz de poner en circulación la relevante revista científica Journal of Happiness Studies y de montar el World Database of Happiness.
Profesor y terapeuta, Alberto Zuazua ha vertido en estas páginas su doble interés por la felicidad. Por un lado presenta un mapa de la felicidad y, por otro, indica el difícil camino hacia una “felicidad sostenible” en un momento en el que los trastornos mentales están aumentando. Al referirse a España, señala que el 21,3% de la población (15,6% de los varones y 26,8% de las mujeres) tiene propensión a sufrir problemas psicológicos tales como ansiedad, depresión, desórdenes causados por el alcohol y trastornos bipolares. Para Zuazua, el otro lado de la felicidad es la causa de la cuarta parte de las bajas laborales permanentes y de las muertes prematuras. Según la Organización Mundial de la Salud, en veinte años la depresión será la enfermedad más frecuente.
Esta situación colectiva de infelicidad se manifiesta en el aumento del consumo de analgésicos (codeína), ansiolíticos o tranquilizantes (benzodiacepinas) y estimulantes. Sin embargo, las encuestas coinciden en señalar que cuando se le pregunta a la gente su grado de felicidad la respuesta da un índice muy alto. Según las grandes encuestas mundiales sobre felicidad, el país ganador es Dinamarca seguido de Suiza, Austria y Islandia. En la cola se sitúan Armenia, Ucrania, Moldavia, Zimbaue y Tanzania. España está justo por encima de Portugal y de Italia. Una encuesta del Eurobarómetro apunta que españoles y holandeses obtienen la cuota más alta de bienestar psicológico en el conjunto de países de la Unión Europea. En dicho estudio, el 84% de los españoles se consideraba muy o bastante satisfecho con su vida, cuatro puntos por encima del resto de los europeos. Medida la felicidad en relación con el empleo, sacerdotes, bomberos, fisioterapeutas y escritores encabezan una lista que cierran directores de marketing y de tecnología de la información.
Tras mover al lector por las complejidades de la felicidad, Zuazua cierra con la presentación de la “psicología positiva” como la nueva “ciencia de la felicidad”. Puntea los factores que construyen la felicidad sostenible, entre los que destaca las relaciones personales como vía hacia la autorrealización, un camino problemático pero no imposible.
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