La dualidad entre espiritualidad y placer, trae consigo la dualidad de la persona psico somáticamente y existencialmente.
Todo lo que es dualidad trae sufrimiento. La vida unificada, reintegrada como una pluralidad de manifestaciones unida por la propia identidad del individuo y de ser humano, trae paz, armonía y desarrollo de las potencias y capacidades personales. Sin duda el mundo del entorno de una persona unificada, es un entorno creativo, productivo y elevador. La propia sociedad se beneficia cuando no hay la dicotomía entre el placer y lo espiritual, la sociedad se convierte en armónica, liberal, tolerante y justa.
Aceptar al hombre/mujer como ser espiritual, como ser mental y como ser corporal es el gran reto del siglo XXI.
¿Qué se puede esperar del sexo: placer, descarga fisica de las tensiones, experiencia espiritual o cósmica?
Pues todo eso, claro que sí. Esa es la gran magia del sexo. La inconmesurable energia que se desprende de la sexualidad invade nuestra vida, alterando nuestras funciones hormonales, nuestras emociones, nuestros sentimientos. El Tantra considera a la energía sexual como una de las dos manifestaciones de la energía creativa. Esta energía creativa se divide en energia mental y energia sexual y ambas se interrelacionan de tal manera que se afectan y condicionan mutuamente.
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