Leo que el experto en liderazgo David Fischman, lanza su libro "La alta rentabilidad de la felicidad"
Su tesis es muy simple, la felicidad hace a la gente mas productiva, y por tanto un empresario que invierte en generar felicidad realiza una rentable inversión
Indica que lo fundamenta, no desde las buenas intenciones y llamados a ser buenos, sino desde el lenguaje de la racionalidad, basado en la psicología positiva que desarrollara Martin Seligman, aportando su propia experiencia y desarollo de instrumentos para ello.
Señala que para generar un clima de felicidad que aumente la productividad es la empresa la que encarna un papel primordial. Recuerdo la exposición de Jaime Pizarro Presidente de la Filial de BancoEstado Microempresas, ganador del Premio Nacional a la Calidad, donde su gerencia de Recursos Humanos, tiene el título de Gerencia de la felicidad, y su rol es aumentar la felicidad de sus trabajadores.
Y, sin haber leído aún el libro, me queda la pregunta por la felicidad del propio líder de la empresa, y como este la cultiva. Como consultor y coach, me es frecuente encontrarme con jefaturas agobiadas, comprometidos con el deber ser y obsesionados con los resultados a lograr, son personas que no muestran pasarlo bien, y sin el ejemplo, no es posible generar la cultura de la felicidad a que llama Fischman. Y la misma pregunta la podemos hacer por cierto respecto nuestros líderes políticos.
Una base de la felicidad es la alegría, y en ella la celebración de los logros que alcanzamos, algo que en nuestra cultura nos cuesta, pareciera ser que los éxitos son parte de nuestra obligación, "para ellos nos pagan", le tenemos miedo a la envidia que podemos generar, "nuestro chaqueteo".
Podemos ver estas resistencias a la celebración, y estar conscientes que ello no contribuye a compartir, a mostrar el placer por lo que hacemos, no construye a la felicidad de la organización, a nuestra propia felicidad, podemos recordar, reconocer lo contagiosa que son las emociones. Podemos aprender a celebrar, cuidando los efectos negativos en los otros, pero sin esconder nuestra felicidad
Una invitación a invertir en nuestra felicidad, nos genera también mayor rentabilidad
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