Al igual que le sucedía a Marc Dufraisse, a día de hoy seguimos creyendo que la felicidad está vinculada con lo que tenemos y hacemos, marginando por completo lo que somos. Por eso formamos parte de una sociedad materialista, construida sobre tres pilares: el trabajo, el consumo y el entretenimiento. Sin embargo, esta manera de pensar y de actuar está resultando del todo ineficiente e insostenible. La paradoja es que tenemos más riquezas que nunca, pero somos mucho más pobres. Prueba de ello es que el vacío existencial se ha convertido en la enfermedad contemporánea más extendida, y el Prozac y el Tranquimacín, en dos compañeros de viaje de muchos españoles.
Al guiarnos por una serie de creencias erróneas -como que nuestra felicidad depende de algo externo-, dedicamos casi todo nuestro tiempo, dinero y energía a conseguir todo tipo de metas y objetivos, desatendiendo nuestro mundo interior. Y con el tiempo, esta huida de nosotros mismos suele pasarnos factura. Aunque no se suela hablar de ello en las noticias, al menos seis millones de personas sufren depresión en España, según un reciente estudio del hospital Puerta de Hierro de Madrid.
En paralelo, se han disparado las ventas de antidepresivos en este país. En 1994 se despacharon 7,2 millones de unidades. A finales de 2003, esta cifra creció hasta los 21,2 millones. Y en 2009 superó los 33 millones. La ingesta de tranquilizantes, por otra parte, ha seguido la misma línea ascendente. El año pasado alcanzó los 52 millones de unidades vendidas, según el Ministerio de Sanidad.
Lo alarmante de estos datos es que tan solo se corresponden a las compras realizadas por pacientes del sistema público. No contabilizan las prescripciones efectuadas por las consultas privadas. Eso sí, cabe decir que este espectacular uso de ansiolíticos no siempre guarda relación con los estados depresivos de los pacientes. Estos medicamentos también se emplean para abordar la ansiedad, las fobias, los trastornos alimentarios, el dolor y las adicciones.
Otra estadística tabú en nuestra sociedad es la referente al número de suicidios, una cifra que crece anualmente. Así, la prestigiosa revista de medicina británica The Lancet publicó en 2009 un estudio realizado por los Centros de Investigación sobre el Suicidio de las universidades de Oxford, en el Reino Unido, y de Gand, en Bélgica, que estimaba que un millón de seres humanos se quitan la vida cada año. Y según la Organización Mundial de la Salud, al menos otros 15 millones lo intentan sin conseguirlo.
En España, el suicidio ya es la primera causa externa de muerte (con 3.421 casos en 2008), desbancando a las defunciones por accidentes de tráfico, cuya cifra se situó en 3.021 víctimas mortales, según el Instituto Nacional de Estadística. Algunos sociólogos afirman que estos datos son solo la punta de un gigantesco y oscuro iceberg. A pesar de haberse convertido en un fenómeno normalizado, nuestra sociedad padece una grave enfermedad llamada "infelicidad".
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