El ritmo de vida actual, sincopado entre largas horas de trabajo, pantallas de ordenador, redes sociales y teléfonos móviles, nos impide detenernos un instante para reflexionar o disfrutar de actos tan cotidianos pero fundamentales como el comer. Comemos frente al ordenador o la televisión, en diez minutos. Comemos caminando o mientras hablamos por teléfono. Comemos muy mal. Pero, como alternativa, una corriente liderada por expertos en nutrición y alimentación está promoviendo la «alimentación con conciencia», que consiste en meditar sobre lo que estamos comiendo.
La alimentación con conciencia está basada en el «sati» budista: un estado de atención plena y de absoluta claridad de mente, que ayuda a la persona a concentrarse en el aquí y el ahora. Aplicado a la comida requiere que nos sentemos a la mesa con los cinco sentidos dispuestos a ser estimulados, en silencio, sin distracciones electrónicas y, si es posible, con velas o flores que ayuden a serenar el ambiente. Su propósito es sustituir los pensamientos por la conciencia de todo aquello que forma parte de un instante, como el sabor, la textura o la procedencia de lo que ingerimos.
Según el Centro para la Alimentación con Conciencia, esta forma de comer puede transformar la relación de una persona con la comida, mejorar su salud, su autoestima y sus relaciones personales. Aunque puede sonar excesivo, los beneficios de la alimentación con conciencia no son solo palabras para vender libros de autoayuda o convencer a incautos para que asistan a costosas clases. En EE.UU., investigadores de universidades como Harvard o Cornell defienden las ventajas de este tipo de alimentación. Entre ellos, la doctora Lilian Cheung, profesora de Nutrición en Harvard, y coautora junto al monje budista Thich Nhat Hanh de «Saborear. Circunspección para comer y vivir mejor».
En la sede de Google en Silicon Valley, ya han incorporado la alimentación con conciencia. La empresa lleva trabajando desde 2009 con el equipo de nutrición de Harvard para ofrecer comida saludable en sus cafeterías y el pasado septiembre contaron con Nhat Hanh para enseñar a 700 de sus empleados los secretos de la alimentación con conciencia. Una clase que varios de los asistentes consideraron «trasformadora».
Algunos creen que esta forma de comer más atenta y agradecida podría ser el antídoto contra la epidemia de obesidad en Estados Unidos, un país donde los concursos de engullir perritos calientes son un entretenimiento y no una aberración. Pero no todos los expertos están de acuerdo. Entre los que disienten se encuentra la doctora Jan Chozen Bays, profesora de meditación y autora del libro «Alimentarse con conciencia. Una guía para redescubrir una sana y feliz relación con la comida». En el artículo «Los budistas dicen que no eres lo que comes, sino cómo lo comes», sostiene Chozen que esta forma de alimentarse no es una dieta y que no hay ninguna garantía de que te hará perder peso. Lo único garantizado es que quien la practique recuperará una relación equilibrada con el alimento y conseguirá comer solo por hambre y no guiado por otros impulsos como la tristeza, el aburrimiento o la ansiedad.
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